Por
Yesid Francisco Perea Mosquera
Decía mi
señora Madre que, a su vez, alguien sostenía “casa no se termina de construir
nunca”, lo cual, al traducirse, significa que siempre algo hace falta o surgen
nuevas cosas como consecuencia del paso del tiempo, el deterioro normal por el
uso o daños imprevistos. Nunca nadie está exento de requerir ajustes en su
vivienda, ni siquiera en aquellas ostentosas. Pues bien, nuevamente nos tocó
realizar unos pequeños ajustes dado el deterioro generado por la humedad y el
paso del tiempo.
Realizar
trabajos en las viviendas genera producción de escombros y, por la necesidad de
llevar el pan diario a casa, aparecen personas con carretas en el clásico
rebusque, ofreciéndose para recogerlos, recibiendo una paga por su trabajo;
aparecen hombres “hechos y derechos” como se acostumbraba decir, pero también
se interesan jóvenes e incluso, adolescentes, en la intención de hacerse con
unos pesos. La oferta para recoger los mencionados escombros crece, según
permanezcan éstos aledaños a la obra, terminando por recibir el más afortunado
o el que menos cobre, el beneplácito del dueño del inmueble; así termina el
proceso generado por unos escombros.
Esto
significa que la necesidad de trabajo es muy grande y que en la medida que
surjan oportunidades, las personas encuentran una manera sana de llevar la
comida a la casa. En nuestro caso hubo un joven que mostró mucho interés en
realizar el trabajo y por su empeño, a pesar de no contar con las herramientas para
recoger el material, fue el beneficiado, porque lo esperamos hasta lograr el
préstamo de una carreta en muy mal estado y la respectiva pala. El trabajo fue
realizado muy rápido, por haber encontrado un lugar cercano donde se requería
ese material, lo cual se tradujo en la consecución de lo necesario, al menos,
por ese día. El maestro de la obra, con quien el joven había hablado para
retirar los escombros, no solo estuvo muy al pendiente para que se lo
beneficiara, sino que, además, se tomó la tarea de invitar al muchacho a
mantenerse firme con su trabajo, para evitar las tentaciones tan de moda por
estos tiempos; facilitarles algo que hacer a nuestros muchachos es la mejor
apuesta a realizar por estos días con ellos, por cuanto, mientras estén ocupados,
el ocio no tendrá cabida en su entorno y tendrán la mente concentrada en el
trabajo que estén adelantando. Esta es una tarea en cabeza no solo de las
entidades gubernamentales, sino además, de la empresa privada, de los
constructores, ojalá se vincularan las ONGs, organizaciones internacionales,
entre otras, porque a los jóvenes no se los puede dejar a su suerte ni mucho
menos estigmatizar, por la situación de la violencia; repito: brindarles
oportunidades de trabajo es una gran posibilidad para alejarlos de los malos
consejos y de las perniciosas compañías.
Permita Dios
tengamos una feliz navidad, alejados de las cosas negativas, en la esperanza de
que el próximo año nos traiga mejores cosas que las entregadas por el 2021,
espero nos reencontremos en el 2022.